La Meca: La historia de la ciudad más sagrada del Islam
ISBN: 9781075775185
$9.99
"No hay duda sobre la santidad de La Meca, pero un burro no se convertirá en un peregrino Hajj haciendo las cosas sin entusiasmo.” - Rahman Baba
La razón de la existencia de la mayoría de las ciudades del mundo es obvia para el estudiante de Geografía: Nueva York y Shanghai controlan puertos profundos y se levantan a ambos lados de grandes ríos que traen mercancías del interior; París y Londres se hallan en los puntos de cruce de ríos que atraviesan todo el país; Johannesburgo se asienta sobre una gran montaña de mineral de oro, y Moscú y Madrid se levantan en el corazón de sus grandes naciones, y son capaces de controlar incluso los rincones más distantes de sus respectivos territorios.
La Meca sin embargo, es diferente, ya que la ciudad existe únicamente porque es sagrada. Incluso siglos antes del nacimiento del profeta Mahoma, los líderes de La Meca determinaron que su ciudad sería el lugar sagrado preeminente de Arabia occidental y establecieron una tregua para los peregrinos en la ciudad. Debido a este proceso, uno de los efectos fue que La Meca se convirtiría en un centro para algo que hoy en día llamaríamos turismo, ya que incluso los visitantes de la antigüedad necesitaban lugares para comer, beber y dormir. Al mismo tiempo, podían hacer ofrendas en los templos y marcharse de La Meca con recuerdos de su tiempo. A muchos también les parecía conveniente llevar sus productos a los mercados de La Meca, donde podían encontrar visitantes que traían mercaderías interesantes de toda la región, y la ciudad también disfrutaba de estatus de centro de comercio.
La razón de la existencia de la mayoría de las ciudades del mundo es obvia para el estudiante de Geografía: Nueva York y Shanghai controlan puertos profundos y se levantan a ambos lados de grandes ríos que traen mercancías del interior; París y Londres se hallan en los puntos de cruce de ríos que atraviesan todo el país; Johannesburgo se asienta sobre una gran montaña de mineral de oro, y Moscú y Madrid se levantan en el corazón de sus grandes naciones, y son capaces de controlar incluso los rincones más distantes de sus respectivos territorios.
La Meca sin embargo, es diferente, ya que la ciudad existe únicamente porque es sagrada. Incluso siglos antes del nacimiento del profeta Mahoma, los líderes de La Meca determinaron que su ciudad sería el lugar sagrado preeminente de Arabia occidental y establecieron una tregua para los peregrinos en la ciudad. Debido a este proceso, uno de los efectos fue que La Meca se convirtiría en un centro para algo que hoy en día llamaríamos turismo, ya que incluso los visitantes de la antigüedad necesitaban lugares para comer, beber y dormir. Al mismo tiempo, podían hacer ofrendas en los templos y marcharse de La Meca con recuerdos de su tiempo. A muchos también les parecía conveniente llevar sus productos a los mercados de La Meca, donde podían encontrar visitantes que traían mercaderías interesantes de toda la región, y la ciudad también disfrutaba de estatus de centro de comercio.